Adriana Rodríguez
VENID A VER LA SALA DE MI CASA
Venid a ver la sala de mi casa
donde guardo mis preciados tesoros:
el piano viejo y destartalado
de una iglesia que perdió la fe,
mis libros, adorados,
cada uno imaginando
un capítulo de mi ayer,
con olor a vida y no mustios,
el sillón, con sus brazos abiertos
y su mullido respaldar,
como una madre que ve a sus hijos
crecer en su regazo,
el suelo rechinante
que te hace presente,
coralino,
las risas de mis hijos
en cascadas,
desperdigadas por el aire,
y el árbol familiar,
tatuado en una pared
que carga con el peso
de toda nuestra vivencia.
Adriana Rodríguez
